viernes, 22 de agosto de 2014

Nine in the afternoon.

Caía la noche, caía tan lentamente, como una pluma empujada por la suave brisa del finales de verano. Él sol moría en el horizonte, explotando en tonos anaranjados que poco a poco desaparecían para dar paso a un cielo azul oscuro salpicado por esporádicas estrellas que apenas brillaban, opacas, por la polución que se alzaba en la ciudad.
Sus ojos estaban fijos en él. Con las manos apoyadas en la fría barandilla de metal observaba en silencio como el astro desaparecía poco a poco tras los edificios. Otro día moría sin que pusiese remediarlo.

Se incorporó, sus dedos tamborilearon sobre la barandilla y echó un último vistazo al paisaje antes de caminar de vuelta hacia el interior de la vivienda. Sus pies descalzos notaron el cambio de la loza del balcón al parquet de la sala de estar y sus brazos ya no encontraban tan necesaria la chaqueta que había tenido que ponerse al salir al exterior. 
Miró el reloj de pared mientras colocaba la prenda de ropa sobre el respaldo de una silla. El tiempo corría sin que él pudiese evitarlo.

El ruido de una puerta al abrirse tras él le hizo girarse. Con la misma expresión triste que había observado el reloj clavó la mirada en el joven que acababa de salir del baño. Se perdió un momento en las lineas del pijama color azul que cubría su torso y fijo su atención en sus labios cuando estos se movieron para preguntarle si se encontraba bien. 
Movió la cabeza afirmativamente, sólo dos pequeñas sacudidas casi imperceptibles mientras sus ojos subían hacia el cabello alborotado y empapado del chico. Sonrió, con esa facilidad con la que sonríe un enamorado, sin darse cuenta apenas de que sus labios se habían curvado hasta que los de su compañero reflejaron los suyos. 
Y despertó como de un trance cuando sintió sus brazos rodeándole y su voz preguntándole al oído si se encontraba bien.

-Sí -. Susurró a media voz. El reloj marcó los nueve y él cerró los ojos intentando no pensar que a esa hora, al día siguiente, estaría lejos de allí y lejos de él, intentando no ser negativo porque a fin de cuentas era un día menos para todo, también para estar lejos.- Sólo pensaba en que ya queda un día menos para volver a estar contigo durante varios días más.

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