sábado, 4 de febrero de 2012 0 comentarios

Recuerdos



Camino por las calles de mi ciudad como quien camina por un valle sembrado de muerte y dolor, despacio pues no tengo prisa en volver, o mejor dicho en marcharme. Los transeuntes que me rodean pasan junto a mi como sombras, sombras de mi pasado, mi presente y mi futuro, un huracán de recuerdos marchitos y emociones olvidadas en el fondo de un cajón.

La noche es reciente y hermosa, apenas se ha escondido el sol y la luna brilla con una intensidad y majestuosidad más fuerte que la de una perla marina, tan hermosa, reina del firmamente engalanada de oscuridad y polvo de estrellas.

Camino por las calles de mi ciudad como quien camina por esos recuerdos que desterró cuando dejó de ser un niño que confiaba en la justicia de la vida y en la bondad de la gente. Es duro crecer y abrir los ojos a la realidad, descubrir que los humanos son tan capaces de lo peor que desearías haber nacido en otra especie o, simplemente, deseas no haber nacido.

Los recuerdos se agolpan, los sentimientos renacen, la vida se estremece, mecida por la suave brisa de verano y ya tengo todo lo que necesitaba: un beso, un abrazo, unas lágrimas de un alma llena de dolor y culpa, un consuelo, un adiós.
 
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