jueves, 13 de octubre de 2011

24. Traición.

Nunca tuvo ni muchos ni buenos amigos. A decir verdad ni siquiera tuvo demasiados amigos.
El mejor de ellos posiblemente fuera Il'ya, quien se preocupó de sacarle de casa, de enseñarle un mundo más allá de las cuatro paredes en las que consistía su hogar. Él, que le enseñó sus grupos de música preferidos, los libros que más le gustaban, los mejores rincones de la ciudad en los que crear recuerdos imborrables. Él, que le enseñó a ser el mismo, a no avergonzarse, a pensar y expresar su opinión más allá de lo que le habían impuesto en su enseñanza y educación. Él, que lo traicionó, que murió en sus brazos, en sus manos.
Su recuerdo es nítido pero amargo, le nubla la vista y le hace sentir un vacío en el estómago y una presión en el pecho que le agobia, le oprime y le convierte en ese crío asustadizo que se encontró la primera que le miró.
Ahora el verde de sus ojos se reemplaza por un azul mar que no le recuerda un mal momento, que sabe que nunca le dejará, que nunca le traicionará.

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