sábado, 12 de noviembre de 2011

25. Distancia

Llueve, pero a nadie le extraña. No, nadie mira por la ventana bufando suavemente al ver el cristal empañado y las calles empapadas. Nadie se gira hacia el armario donde no hay demasiada ropa para sobrevivir a un día como el que se le presenta. Él si. Se ha acostumbrado a un clima muy distinto, seco en su mayoría y con lluvias que rara vez son fuertes y prolongadas. Y, como consecuencia, a olvidado que proviene de una ciudad cuyo invierno es extraño si no llueve en abundancia. Quizás más de lo que algunos quisieran, quizás menos.
Se viste con cuidado, eligiendo prendas que le sirvan para guardarse del frío que le acechará todo un mes tras la puerta de esa casa. Y busca en los cajones de una habitación que no le pertenece, encontrando en una cómoda una bufanda de hilo, fina, gris, de clara pertenencia que se pone en el cuello sin pensar demasiado. Quizás no le guarde del frío pero al menos le sentirá cerca ahora que le tiene lejos.  Y no hay calor más reconfortante.

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